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domingo, 3 de noviembre de 2013

El anticristo de Nietzsche






 ¿Qué es más perjudicial que cualquier vicio? La compasión activa del Cristianismo hacia todos los débiles y fracasados (2).


El Cristianismo es el resultado del temor al hombre (3).


El progreso no significa necesariamente una elevación, una potenciación (4).




El Cristianismo ha hecho un ideal del rechazo a los instintos de conservación de la vida vigorosa (5).


Bajo los nombres más sagrados reinan, en verdad, los valores de la decadencia, los valores nihilistas (6).


Este instinto depresivo y contagioso es contrario a los instintos que tienden a la preservación y a la potenciación de la vida. Es como un multiplicador de la miseria y un preservador de todo lo miserable (7).


El idealista, como el cristiano, retiene en el puño todos los grandes conceptos. Y mediante un desprecio condescendiente los opone a la razón, a  los sentidos, a los honores, al bienestar y a la ciencia (8).


Se hace una moral, una virtud, una santidad desde esta óptica deficiente y relativa de todas las cosas. Se exige que ninguna óptica diferente pueda tener ya valor, tras haber hecho sagrada la óptica cristiana con las palabras Dios, redención, etc. (9).


Se había hecho de la realidad, una mera apariencia; se había hecho de un mundo ficticio, el del Ser, el de la realidad (10).


Un pueblo sucumbe si confunde su deber específico con el deber en sí (11).


¡Qué le importa al cristiano la ciencia! ¡Él está por encima de esto! ¡Y hasta ahora ha dominado el cristiano! ¡Él determinaba los conceptos de lo verdadero y de lo falso! (12).


Hemos tenido que hacer frente a su noción de lo que debe ser la verdad, el culto a la verdad; el tú debes estaba dirigido contra nosotros… (13).


El antiguo término voluntad solo sirve para designar una resultante, una reacción individual a una multitud de estímulos; la voluntad ya no actúa… (14).


El predominio de los sentimientos de displacer sobre los sentimientos de placer es la causa de esa moral y de esa religión basadas en la ficción; y constituye la fórmula misma de la décadence (15).


Cuando un pueblo se hunde, cuando la sumisión ingresa en su conciencia como un beneficio primordial y sus virtudes se transforman en  la condición de su existencia, por fuerza cambiará también su Dios (16).


Estos sometidos despojan al Dios de sus vencedores de todas sus cualidades; así se vengan de ellos dando a ese Dios un carácter demoníaco (17).


¡El Dios de Israel, degenerado en objeción contra la vida, en vez de ser el transfigurador de la vida y un sí a la vida! ¡En Dios ha sido declarada la guerra a la vida, a la Naturaleza, a la voluntad de vida! ¡En Dios, ha sido divinizada la Nada, santificada la voluntad de alcanzar la Nada!… (18).


El Budismo prescribe una vida sin preocupaciones, ya sea por sí mismo o por los otros para combatir la depresión (20).


En el Cristianismo, pasan a primer plano los instintos de los sometidos y los oprimidos (21).


El Cristianismo quiere domar fieras y para tal fin las enferma, hasta el punto que la debilidad es la receta cristiana para la civilización(22).


El sufrimiento en sí no es decente; le hace falta (al cristiano) una justificación para admitir ante sí mismo (públicamente) que sufre (23).


El instinto del resentimiento hecho genio tuvo que inventarse otro mundo con respecto al cual esa afirmación de la vida implicara lo malo, lo reprobable en sí (24).


Así, al Dios de Israel que ayuda y que resuelve todas las dificultades y que encarna la valentía y la confianza en sí mismo, se le sustituye por un Dios que exige…(25).


A ese estado de cosas cuyo valor y jerarquía son determinados por el Cristianismo, se llama el reino de Dios y  los medios para lograr y mantener tal estado, la voluntad de Dios (26).


El pueblo santo repudiaba por medio de una estricta lógica a cualquier otro poder establecido sobre la tierra y lo hacía parecer como mundano, pecado (27).


Cuando la comunidad primitiva tuvo necesidad, se creó su Dios de acuerdo con sus necesidades(valores) (31).


Lo que distingue a un cristiano no es una fe, sino que él proceda de un modo diferente (33).


El reino de los cielos es un estado del corazón, no una promesa (34).


…(un cristiano) ruega, sufre y ama a la par de los que le hacen mal (35).


La humanidad se postra ante lo contrario de lo que fue el origen, sentido y derecho del Evangelio (36).


La fatalidad del Cristianismo reside en el hecho de que su credo tenía que volverse tan enfermo, bajo y vulgar como las necesidades que estaba llamado a satisfacer (37).


Estos conceptos son instrumentos de tortura, de verdaderos sistemas de crueldades mediante los cuales el cristiano llegó al poder y ha logrado mantenerse en él…(38).


Reducir el ser cristiano al mero hecho de creer tal o cual cosa, o a un mero fenomenalismo de la conciencia, significa negar la esencia cristiana (39).


El Cristianismo ha esparcido sistemáticamente el veneno de la igualdad de los derechos, como jamás nadie lo había hecho. Ha librado una guerra a toda veneración y distancia jerárquica entre los hombres (43).


Esa pequeña gente ha monopolizado la moral. ¡La moral constituye el medio más eficaz para engañar a la humanidad! Se ha situado a sí misma del lado de la verdad, y el resto, el mundo, en el otro(la mentira) (45).


Lo que ha sido venerado como Dios se nos aparece como algo que no es divino, sino un crimen contra la vida… Negamos a Dios como Dios (47).


La guerra es, entre otras cosas, ¡una gran perturbadora de los valores culturales! (48).


En consecuencia, hay que provocar la desdicha del hombre, tal ha sido en todos los tiempos la lógica del cristiano. De allí, se ha incorporado el pecado… Todo el orden moral ha sido inventado para combatir la ciencia (49).


Si hoy no saben que ser cristiano es algo indecente o síntoma de décadence, mañana lo sabrán. Mi voz llega también a los oídos duros (50).


El movimiento cristiano, a través del Cristianismo, quiere adueñarse del poder (51).


(Según el movimiento cristiano) La enfermedad es buena. Lo que proviene de la plenitud, de la superabundancia, del poder (humano), es malo (52).


El mismo acento con que el mártir arroja al mundo su credo fanático, expresa  un grado tan bajo de probidad intelectual, un sentido tan pobre de la verdad, que no merece ser refutado (53).


Toda fe es en sí misma una expresión de alienación de sí mismo, de renuncia al propio ser… la necesidad de una norma que los ate y  sujete, que los coercione, en un sentido superior(una nueva forma) de esclavitud (54).


Contra la verdad, las convicciones son más peligrosas que las mentiras (55).


No hay en el Cristianismo más que fines malos: el envenenamiento, la detracción y la negación de la vida, el desprecio hacia el cuerpo y hacia el sexo, la degradación y autoviolación del hombre por el pecado (56).


La injusticia no reside en la desigualdad, sino en la reivindicación de la igualdad de derechos. ¿Qué es lo malo? Todo lo que proviene de la debilidad, la envidia y la venganza. El anarquista y el cristiano comparten un mismo origen… (57).


El cristiano y el anarquista son décadents, incapaces de hacer otra cosa que disolver, envenenar, desvitalizar; personifican el odio mortal a todo lo grande y perdurable… (58).


La venganza encubierta, la envidia mezquina, erigida en alma. ¡Todo lo miserable, doliente y aquejado de malos sentimientos, todo el guetto del alma, convertido de golpe en norma y pauta! (59).


El Renacimiento fue el cambio de los valores cristianos; la tentativa, emprendida por todos los medios, apelando a todos los instintos, a todo el genio, de llevar a su plenitud los valores contrarios, los valores aristocráticos… (61).


La igualdad de las almas ante Dios, este pretexto para los resentimientos de todos los hombres de mentalidad vil, este concepto explosivo que por último se ha traducido en revolución, idea moderna y principio de decadencia de todo el orden social, es simplemente dinamita cristiana… (62).


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