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miércoles, 25 de diciembre de 2013

La burrita Non

La burrita Non de José María Sánchez Silva, autor de Marcelino Pan y Vino.


La burrita es llamada Non, porque era tan guapa que no tenía par en toda España…

Non vive en esclavitud que, según el Diccionario de la Real Academia Española, es  un estado de  “sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación.” (http://rae.es/recursos/diccionarios/drae).

Non es esclava, porque trabaja sola y ve a su madre solo por las noches, la hierran para caminar, hace un viaje sin saber que la van a vender; la venden y la meten en un tren con ganado y mal oliente, la llevan a un establo apestoso con dos asnos;  la venden de nuevo, le ponen anteojeras y no puede ver a los lados, ya no le dan avena ni heno, desaparece la alegría de sus ojos y ya no está limpia como antes, se la llevan sin avisarle a Moreno ni a Sortija; la venden otra vez,  la llevan a otro establo peor que el anterior con un mulo malhumorado, envejece por el trabajo, las privaciones y los abusos del amo,  ya no tiene la orgullosa estampa de antes, ella  tiene que guiarlo a él, en vez de él guiarla a ella, porque se duerme en el camino.

El tema es la falta de libertad de expresión. La relación entre la esclavitud y la libertad de expresión es que el esclavo no puede tomar sus propias decisiones. El problema es de índole sicológico, porque Non puede percibir, pensar y comprender, pero no puede decir nada, hablar con humanos ni expresar su opinión. Los temas secundarios son la indiferencia y la ingratitud de los amos.

La falta de libertad de expresión se revela por medio de las circunstancias cuando el niño no quiere a la burrita Non, sino un burro; los amos deciden marcharse de la finca y Non hace un viaje a su nuevo trabajo. O sea, no puede escoger amo ni empleo, especialmente cuando el amo es quien toma la decisión de mudarse.

La  tesis del autor es social,  porque el hombre, que es el que manda, no entiende nada de lo que ella dice. Ni su ama Sol que la quiere tanto. La relación entre el tema y la atmósfera es que en tales condiciones no puede haber una comunicación efectiva.

La burrita Non tiene consistencia sicológica, porque le agradece a Dios por cada etapa de crecimiento en su vida y en su trabajo. Primero, la burrita le da las gracias a Dios, porque tiene madre y tiene leche materna; la segunda vez, al despedirse de Don Vidal, por todas las cosas buenas y las regulares, y por las palizas también; la  tercera vez, al despedirse de Mamerto, porque no tiene qué vender y ya aprende a ver el mundo que decía su madre; la cuarta vez, porque ahora entiende que era una señorita tonta y por qué su madre no le dijo la verdad y Trueno tampoco; la quinta vez, porque saldrá con el carro cada día.  Le  pide a Dios que si hay un cielo, se lo dé hoy, o si no, que el hombre entienda que nuestro cielo está en la misericordia de su corazón.

Los  personajes son:
Quiteria, la esposa del guarda.
Santos, el guarda de la finca.
La Corza, la mamá de Non.
Don Vidal, el dueño de la finca.
El Nano, el niño travieso de Don Vidal.
Sol, la niña de Don Vidal.
Non, la burrita que tiene un lunar como estrella.
Bailarín, un burro de Don Vidal.
Rufo, el contacto para vender Non a Mamerto.
Mamerto, vendedor ambulante, el segundo dueño de Non.
Moreno, un burro del establo de Mamerto y Sortija, el otro asno pedantón, porque sabe decir equus asinus europeus.
Jenaro, el tercer dueño de Non.
Trueno, un mulo que Jenaro sacrifica porque está ciego.

El ambiente es realista y rural, por el trabajo arduo en las fincas. La atmósfera es deprimente y de angustia, por las condiciones de salud y la indiferencia.  Non es aplastada por el ambiente, ya que no recupera su libertad, aunque sigue trabajando, y tampoco recupera sus valores como la Corza, la niña Sol, la avena, el cuidado de Quiteria y Santos, su alegría y su estampa.

La acción es rápida. Nace Non en un establo rodeada de toda la familia. La niña del dueño se encariña tanto con Non como su propia madre. Non es feliz.  El Nano, el otro hijo travieso de Don Vidal, hiere con un perdigón a Non. Al Nano lo castigan y Santos le saca el perdigón a Non. Nano obtiene permiso para ir solos al pueblo con la excusa de unos vinos para su padre. Non sabe que él no la quiere. Al regreso, el Nano quiso que la burrita lo llevara montado más el peso de los garrafones que, además, le irritaban la piel sin que él se diera cuenta. Entonces, el Nano se puso a jugar en un espino y Non perdió los garrafones y se derramó todo el vino, pero salvó al niño. Sin embargo,  la tomó a palos con la burrita. Quiteria y Sol curan, lavan y consuelan a la burrita. Los amos castigan a ambos niños, pero deciden marcharse de la finca.

Non es entregada a un tal Rufo que la mete en un tren con ganado y mal oliente, pero ella aguantó, porque pensaba que viajaba como su ama Sol. Luego, en un establo apestoso con dos asnos.

Se la entregan a Mamerto. Se da cuenta que el viaje de aprender es solo un cambio de dueño y de vida y le parece una injusticia del anterior amo cuyo hijo había salvado. El tío Mamerto la engalana para una feria, pero como le gusta mucho el mosto, se cae de la burra, pero esta lo salva. Entonces, le decían El borracho de la burra y decidió venderla también.

Llegan a una feria para venderla. Y estaba Jenaro, uno más feo que Picio, quien la llevó a Madrid y a un establo peor que el anterior. Hay un mulo malhumorado que bautiza el Gran Burro cuyo verdadero nombre es Trueno. Una noche la burra se asusta en el camino y Jenaro se despierta y le da una paliza que ella creyó no poder vivir más. Él se da cuenta de que Non le salvó la vida, ya que hubiera caído en un hueco grande. Trueno  confiesa que es ciego y que el dueño no se ha dado cuenta.  Non sufre un accidente y yace en el suelo chorreando sudor, agua y sangre entre la gente. Revive y Jenaro la engancha al carro de nuevo y, por eso, ella piensa que  el asno debe ser considerado el mejor amigo del hombre también.

Hay escenas simpáticas como la entrevista entre Non y Moreno en el establo de Mamerto.  “¿De dónde viene?-le pregunta el asno mayor. De mi casa.       -¿Dejó buen amo? No. Estoy solo de viaje para aprender. -¿Viaje de estudios? El otro asno se ríe y le pegan a Moreno. ¿Cómo te llamas?-pregunta la burra-.  -Moreno. Y procura tú darte cuenta de que no eres una señorita y de que no vienes a ver mundo, sino que tu amo te vendió a otro más bruto. El problema es que Non no entiende lo que significa vender, pero no se atreve a preguntar por si Sortija, el otro asno, se ríe de nuevo.” (Pág.103-105).

El autor usa figuras literarias para expresar el mundo emocional de los personajes.
Desplazamiento calificativo: Silencio perezoso del amanecer.  
Metáfora: El tren es un lagarto de hierro cortado en pedazos.
Interrogación retórica: ¿Para qué me valen mis orejas, mi rabo, mi voz y mi manera de mirar, que es con lo que hablo?,  ¿Y de qué me vale poder pensar si no tengo las palabras para decir lo que pienso y mi lenguaje no lo entiende mi ama ni ningún hombre?
Símil: Su lunar brillante como estrella de policía.  
Exclamación: ¡Upa, Chula, que creí que te habías muerto!

Una característica distintiva de las obras de José María Sánchez Silva es que muestra las etapas de crecimiento físico, mental y espiritual del personaje y, paralelamente, el desarrollo del problema como en Marcelino Pan y Vino.  Así, prepara al personaje para enfrentarse al clímax y, a su vez, prepara al lector para el desenlace de la obra.
Por ejemplo, Non ya no le tiene miedo al perro de la finca; ya no le cae mal Bailarín, un viejo asno;  entiende que tendrá que aprender a reírse con gran bondad de corazón de la dureza de la vida de los asnos como ella y  le agradece a Dios por cada etapa de crecimiento en su vida y en su trabajo.

El mensaje que el autor quiere transmitir es que la indiferencia y la ingratitud de los amos frena el desarrollo y la independencia del personal,  porque todos tienen derecho a superarse en su trabajo.
El mensaje es de carácter moral, porque el trabajo de uno depende del trabajo del otro.
La motivación del autor viene de una cita de Platero y yo: Platero, tú nos ves, ¿verdad?